Así rezaba el cartel de aquel jeriátrico dónde nos hospedábamos yo y mis amigos.
La idea de estar encerrado en un recinto repleto de enfermeras que te vigilan día y noche, puede ser una idea que haga huír despavorido incluso al más pintado, sobretodo si pensamos en cierta enfermera que aparece en “alguien voló sobre el nido del cuco”.
Este jeriátrico era un lugar al que con el tiempo le acabamos cogiendo cariño.
Allí estabamos todos; las hermanas GG, mis amigos roleros (And Hell, Cano, Aitor, Pablo y Álex), mi amiga de la infancia Roser y mi mejor amigo Lluís “Parker”, Dani y los suyos, un clon de mi gato (mi último capricho concedido por mis nietos)…
Hace años, cuando yo era joven y me enfundaba en unos pantalones de cuero al vacío, los jeriátricos eran algo espeluznante; gente enferma, enfermeras que te dopan a medicinas, el dómino como único pasatiempo, las visitas de rigor de la familia los fines de semana, la música deprimente que ponían en el centro…
Los tiempos han cambiado. Actualmente vivir en un asilo es lo mejor que te puede pasar.
Como decía Homer Simpson: “ser viejo y estar en un jeríatrico es como ser un bebé pero con la suficiente edad para disfrutarlo”.
Y “encuentros en la tercera fase de la vida” era el Edén de los de mi quinta.
Teníamos una sala de ordenadores equipada con los mejores equipos informáticos para distraernos montando animaciones o comunicandonos via facebook con nuestras familias para decirles cuando queríamos que nos vinieran a buscar o para ver séries de nuestra época como “Lost”, “Big Bang Theory” y demás.
También teníamos una sala de juegos recreativos en la cual teníamos juegos como el Guitar Hero, en el cual los abuelos con Parkinson eran los más apreciados por su velocidad para darle a la púa virtual y estos a su vez se les subía la autoestima por ser valorados y apreciados por algo a pesar de su enfermedad. El único problema que había en este juego, era cuando algún “zagal” intentaba hacer headbanging y acababa con las vértebras dislocadas o perdiéndo la dentadura en el intento de hacer el molinillo.
Luego había también la oportunidad de jugar al Grand Theft Auto XX en el jardín, el cual las enfermeras. La diferencia con las versiones de nuestra época es que esta versión debía jugarse en el jardín, y las enfermeras debían colocar los maniquíes en el jardín para que los abuelos pudieran sentir el placer que producía el juego cuando matabas o atropellabas a alguien, también había que encargarse de acolchar los límites del jardín con ruedas de tractor para evitar accidentes. Una vez montado el “terreno de juego”, los abuelos procedían a sentarse en las chair-command y se colocaban sus cascos con gafas de realidad virtual.
Con la silla controlaban los movimientos del coche en el videojuego y con las gafas veían todo lo que hacían.
La verdad es que era bastante divertido presenciar partidas de ese tipo.
Para todos aquellos que no les gustaban los videojuegos, había la posibilidad de jugar a Warhammer pero con algunas modificaciones.
Cuando uno llega a ciertas edades , ya no conserva el pulso de acero de su juventud, y los abuelos para evitar deprimierse, propusieron utilizar pastillas de su medicación como fichas.
Según la fuerza del ataque de la figura, la medicación era más o menos fuerte.
Puede sonar a un juego tonto, pero tenía mucha emoción cuando la enfermera se acercaba y los abuelos tenían que fingir que jugaban a Mágic para que esta no les quitara la medicación.
Dentro de este grupo había que vigilar con algunos abuelos que fingían tener Parkinson para mover sus fichas más de la cuenta y avanzar posiciones…
Además de todo esto, el jeriátrico contaba con una música excelente, que no solo relajaba a los abuelos sinó que también hacía que por sus lágrimas brotaran lágrimas de nostálgia.
Se trataba de la discografía completa de Richard Cheese, la cual rejuvenecía el corazón de los ancianos con versiones de jazz de piezas como “enter sandman”, “people equal shit”, ” the girl is mine”…
Por lo que a la alimentación se refiere… bueno para qué mentir? era un asco!
Prohibido la comida con demasiada grasa, demasiados aliños, etc… Cosa que hacía que los abuelos con mejor estado de salud y a los cuales se les permitía ir a “patrullar la ciudad” durante el día, se sacaran unos ingresos extras para ir a sus locales favoritos con el contrabando de comida basura la cual traían bajo sus pantalones caídos y con múltiples bolsillos.
Los abuelos con imposibilidad para moverse, se sentían rejuvenecidos al ver que tenían a unos compañeros que se encargaban de hacer teatro imitando los mejores gags de Monty Phyton. Lo cual alegraba su anciano corazón y les permitía a su vez descargar su estrés criticando la obra.
continuará…